NOTAS MEDIOCRES

Me dices :
- Si es que podrías ser lo que quisieses.
Me miras a los ojos recitando que podría ser brillante, destacada, estrella.
Que podría tatuarme el número uno, que podría sacar ventaja, que podría sacar la lengua a todos los que viniesen detrás.
Utilizas condicionales. Y yo te pregunto:
- ¿A costa de qué?
Porque crees que podría. Pero me intento explicar y no me entiendes.
No te digo lo que pienso, lo que siento, porque ni me escucharías.


Porque la verdad es que ni siquiera yo me comprendo siempre, voy a días.

Se te encienden las pupilas pronunciando que estoy siendo mediocre. Nada más que una más. Basura del montón. No llegas a imaginar que no es eso lo que quiero, pero sí es tal vez lo que necesito.
Por eso no te explico nada, no te contesto. Porque no sabes que me he visto envuelta en un sistema a veces desilusionante, en el que no creo ni un poco. Y lo peor es que llevo aquí quince años.

Estamos encerrados en una jaula comodísima de memoria, repetición y números absurdos donde se juzga en función de vomitar páginas y libros sobre un pupitre. De ser meras cifras.
Aparto ya el tema de este encierro, de nuestra prisión, porque podría llenar páginas con amarga rabia.


 

Y esos ochos que tachas absurdos, no lo son, ¿o lo son?
El caso es que me da igual. Mal dicho, horriblemente dicho, me la sudan. Yo quiero solamente ser feliz. Feliz y libre. Que van de la mano. Y eso no me lo han enseñado tus copias, ni ningún powerpoint del 2005.

Esos ochos son un dibujo de mis bailes de los sábados, de mis sonrisas a labios ajenos, de mis latidos viscerales y arrítmicos. De todo ello. El caso es que este alma en revolución necesita de ochos.


Que no me merece la pena construirme barrotes para que me aplaudan. Ni ponerme ningún título o ser brillante. No es mi meta, no. No es la mía. Por lo menos en estos días, en los que nada hay claro.

Déjame en paz, no quiero tu jaula. NO PUEDO VIVIR EN TU JAULA.
Y ya que no sabes armarme de alas, déjame que al menos intente volar.
A lo mejor es eso, que necesito el cielo. Pero otro cielo que el que tú entiendes.
De todas formas, gracias. Ojalá algún día futuro nos encontremos y pueda explicarte que no alcancé tus dieces, pero sí mis metas.



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